miércoles, 1 de enero de 2014

Hay historias que es mejor dejar sin contar.

Hay historias que lo mejor es dejarlas sin contar. Hay pesadillas que es mejor no revivir. Hay pensamientos que es mejor no concebir. Aquí estoy, sentado, escribiendo, escuchando al maestro Dmitri Shostakovich en su sinfonía número 5, en Re menor.  Es un momento de reflexión, cada nota, bella y perfecta, permite el pensamiento fluir de una manera excelsa. Pero… ¿de qué vamos a hablar? mejor dicho ¿de qué les voy a hablar? Pues de nada, no hay nada de qué hablar. Filosofía ciertamente no. Pero ¿Por qué no?, pues por un hecho del que todos tenemos conocimiento, pero del que no nos gusta hablar. La filosofía no existe. Esa rama del pensamiento tan bella y compleja, esa filosofía que tanto amo, como me cuesta negar su existencia. Pero es la realidad. En palabras del  maestro Emeterio Gómez, la filosofía es solo una justificación para lo que pensamos, igual a lo que la ética a la etiqueta. Empecé esta entrada hablando sobre lo que no debe ser dicho. Y pues no hay mejor referencia a esto que menciono. ¿Cómo concebir un mundo sin las maravillas de la filosofía? ¿Cómo concebir un mundo con un semejante nivel de ignorancia e incultura? Pues simple, muy simple es. El ser humano es un ser egoísta, el ser humano se pone a si primero que a otros, en absolutamente todos los casos. Muchos podrán discernir conmigo al respecto, y algún punto en su argumento tendrán, pero pues verán, que esta teoría es infalible, ya que, citando nuevamente al maestro Gómez, del marxismo a la ética, un pequeño detalle arruino la entera formula. Ese detalle, ese paréntesis entre la incógnita, es nada más y nada menos que el nihilismo propio de nuestra especie, esa escuela del pensamiento tan crítica, esa rama de nosotros que se afianza sobre su propia capacidad y autoridad de cuestionar la autoridad, en otras palabras, ese egoísmo propio del ser homínido que nosotros somos.  Este sencillo, pero totalmente verídico argumento no deja espacio a las maravillas de la filosofía, más bien nos da la certeza, de que por nuestro propio pensamiento estamos siendo constantemente engañados. Estamos siendo totalmente cegados. Es más, incluso esta entrada puede ser etiquetada de fervientemente nihilista, y es más bien una clasificación totalmente apta. Pero es que, precisamente el hecho de darle este término de nihilista, cuando cualquier otra persona la catalogaría de una forma totalmente diferente, es la viva imagen de que el ser humano es una entidad u organización totalmente distinta por cada individuo nuestro. Con esta entrada no busco criticar ramas del pensamiento, ni mucho menos, ya que el nihilismo es una de las escuelas que personalmente considero sagradas. Con esta entrada busco simplemente culturizar aquellos que quieran y se dejen culturizar. Con esta entrada busco aportar esa pequeña chispa que hace falta para encender el gran pensador que habita en cada uno de nosotros. Y así concluyo este pequeño escrito para ustedes, mis lectores, en las disminuidas notas de este compás del Maestro Shostakovich.